En mi opinión, muy cuántico.
Diversos autores han tratado la relación entre El jardín de senderos que se bifurcan y la teoría de Everett para la mecánica cuántica (Lea los otros post para entender de qué estoy hablando). Algunos lo han hecho en revistas universitarias o libros, pero incluso hay un argentino, Alberto Rojo, quien da conferencias en universidades con su explicación respecto al tema. Lo menciono pues su charla ha sido transcrita y está disponible en internet (véala acá).
Ahora, a lo nuestro. La parte interesante del cuento El jardín de senderos que se bifurcan es la novela escrita por Ts’ui Pên (insisto, lea los post anteriores). Dicho libro tiene características excepcionalmente llamativas que se acercan peligrosamente a la teoría de universos paralelos propuesta por Hugh Everett.
En primer lugar, les pongo algunas citas del cuento de Borges para que no digan que esto me lo estoy inventando, y para mostrar específicamente en qué consistía la novela mencionada:
“En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts'ui Pên, opta -simultáneamente- por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts'ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen: por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es mi enemigo, en otro mi amigo.”
“A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos.”
(Lea el cuento entero, y todos los demás cuentos del libro Ficciones, en este enlace)
Queda de manifiesto que en esta novela existe un tiempo múltiple y ramificado, en el que todos los mundos posibles son reales. Estos mundos se pueden graficar como un árbol que se ramifica, todas sus ramas son igualmente reales, e inevitablemente, pronto habrá muchísimas
ramas.
Esto es esencialmente lo mismo que lo planteado por el físico Hugh Everett. En su teoría, cada vez que se realiza una medición cuántica sobre un átomo, el universo se ramifica, con una realidad para cada resultado posible del experimento, o cada uno de los estados que antes estuvieron en superposición. Hacemos una analogía entre una medición de Everett y una elección del protagonista de la novela, y ¡listo!
Aquí nos encontramos con una coincidencia interesante. Un fragmento del artículo original del norteamericano:
“La "trayectoria" de las configuraciones de la memoria de un observador que realiza una serie de mediciones no es una secuencia lineal de configuraciones de la memoria sino un árbol ramificándose (a branching tree), con todos los resultados posibles que existen simultáneamente.”
Vuelva a leer las primeras tres líneas de la primera cita del cuento, un poco más arriba. ¿Parecidas, no?
Este paralelismo me ha asombrado y ha sido la razón de mi investigación respecto a este tema. Me hace pensar en el poder de la mente de Borges, que ha sido capaz de desarrollar en un cuento que supuestamente es solo ficción, solo literatura, un planteamiento muy similar a una teoría de una ciencia extremadamente específica y complicada. Una ficción se acerca peligrosamente a la ciencia, Borges podría ser más que un escritor inocente. ¿Hay alguna posibilidad de que el argentino haya tenido algún conocimiento respecto de la física cuántica, o de esta teoría?
Erudito como era, es posible que Borges haya conocido los planteamientos de la mecánica cuántica, sin embargo, su cuento fue escrito 16 años antes de la publicación de la teoría de Everett. O sea, su cuento fue respuesta a una interrogante de la ciencia que sólo se intentaría responder varios años después (aunque tampoco hay consenso sobre la veracidad de la teoría aludida).
Al ser inquirido por el mencionado Alberto Rojo respecto de si sabía que El jardín de senderos que se bifurcan se relacionaba con la física, Borges se limitó a responder:
“¡No me diga! Fijesé qué curioso, porque lo único que yo sé de física viene de mi padre, que me enseñó cómo funcionaba el barómetro” (véalo en el link a la conferencia de Rojo, que está más arriba)
Y para rematar, agregó:
“¡Qué imaginativos son los físicos!”